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Es Navidad y la palabra Felicidad está en labios de todos

Es Navidad y la palabra Felicidad está en labios de todos

¡Feliz Navidad! ¡Feliz Año Nuevo!…

 

En “el bosque de los deseos” del Nacimiento de la Puerta del Sol, numerosos niños y mayores han colgado sus esferas con el deseo de Felicidad para toda la familia humana.

Actualmente podemos centrar nuestro pensamiento en la Felicidad gracias a la abundancia en que vivimos.

El pan nuestro de cada día llega puntualmente a nuestra mesa, la educación está garantizada e incluso algunos caprichos y regalos que alegran los días de fiesta.

Ocuparnos de la Felicidad es detenernos a pensar en nuestra calidad de vida humana, espiritual, trascendente que nos aportan los valores vividos con sentido y coherencia, el bienestar emocional del bien realizado y el deber cumplido honestamente, la gratificación personal por sentirse satisfechos… Te invito a hacerte esta pregunta ¿Son estos los ingredientes que componen mi felicidad?

Si tú eres feliz sin duda querrás la felicidad para los tuyos, pero a veces no sabemos por qué pueden no serlo tanto y nos preguntamos ¿qué puedo hacer yo? Pregúntate algo más ¿qué es un niño feliz? ¿Necesito cambiar yo algo para lograr su felicidad? El camino es sencillo aunque no por ello fácil.

El niño feliz es el que se siente valorado y querido tal cual es por las personas de referencia que son fundamentalmente sus padres. También necesita su ayuda para reconocer su talento y potencial que aflora en la relación con los que ama. Conociendo su talento y potencial se genera en él la autoestima, la seguridad y la confianza en sí mismo. En estas cuatro líneas se encierra el secreto para asegurar la felicidad de los niños y los adultos que serán ¿estamos dispuestos a hacerlo?

Si mi respuesta ha sido sí, sí quiero ayudar a mis hijos a ser felices, a construir su felicidad, es importante aprender a desarrollar las habilidades emocionales: palabras, gestos, escucha… que lo hagan posible.
Os invito al seminario……

¿Cómo funcionan las emociones?

¿Qué causan las emociones?

Trata de recordar la última vez que tuviste miedo,

¿qué estabas pensando?

Nuestras emociones a menudo están causadas por nuestros pensamientos. A veces, las personas también podemos sentir más de una emoción al mismo tiempo (como sentirse emocionados y asustados de subirse a una montaña rusa). Esto significa que dos personas podrían estar en la misma situación, pero podrían sentir emociones diferentes porque tienen pensamientos diferentes.

Tal vez lo hayas notado con tus propios amigos y familiares.

Por ejemplo, imagina que dos personas estaban en la casa de un vecino y este vecino tenía un perro. Una persona podría pensar: «¡Este perro podría lastimarme!» Y sentir miedo. Esto podría suceder si esa persona nunca tuvo un perro mascota antes.

La otra persona podría pensar, «¡Oh, qué lindo perro!» Y sentirse feliz. Esto podría suceder si esa persona creció teniendo perros como mascotas.

Esto muestra cómo, si dos personas han tenido diferentes experiencias, podrían tener diferentes pensamientos y emociones en la misma situación.

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La única manera de tener buen carácter

Imagen de Oldiefan en Pixabay

La grafología -esa ciencia tan peculiar que a través de nuestra escritura tan cuidada o desenfadada nos dice cómo somos- nos muestra una vez más, en el siglo XXI, la esencia del ser humano. Estudiando los comportamientos opuestos, ya definidos hace siglos por Aristóteles, ha podido descifrar los rasgos característicos del carácter de las personas.

¿Cuál es la Autoridad de la Grafología para hacer tal cosa y darla por válida?

Escuchemos a la Real Academia de la Lengua Española 

Grafología está formada por dos palabras: «grafo-« y «-logía»  siendo así el:

» 1. f Arte que pretende averiguar, por las particularidades de la letra, cualidades psicológicas de quien la escribe.»

Así vemos cómo nuestra letra muestra nuestro ser más natural, todo nuestro proceder nos retrata y muchas veces ni siquiera nos damos cuenta. Incluso pensamos que estamos dando el pego cuando nos mostramos como queremos ser vistos, con nuestro «mejor traje», pero aún así se nos asoma el cobre…

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